Palacete Bavaro de Pin y Pon

Neuschwanstein a su lado, una mieeeeerda de palacio

08 octubre 2006

La mudanza (der Umzug)

Bueno, pues después de varias movidas impresionantes en un primer intento de Übergabe (transferencia del piso) el viernes por la tarde, que no contaré porque es demasiado largo, porque ya estoy harta de contarlo y porque cada vez que lo recuerdo me salen canas ... la cosa derivó en que, muy al contrario de lo que estaba planeado en un principio, SI me tocaba entregar el piso pintado y arregladito al casero y el siguiente inquilino NO se podía hacer cargo él mismo. Con lo cual, imaginaos la escena de un viernes a las 8 de la tarde ... de dónde coño saco yo un pintor ahora que me quiera pintar el piso pasado mañana???? Pensé de nuevo en el polaco, hacedor de milagros varios en las últimas semanas, pero se le adelantó la pareja de dos de Rai y Montse, que son como Benito y Compañia, pero a lo fino, y que muy amablemente se ofrecieron a pintar el piso en una operación en la que a mí casi se me caen las lágrimas de la emoción

Bueno, el caso es que Rai, Montse y Josean me ayudaron a desmontar la cama y los armarios aquella tarde de viernes: había que dejarlo todo preparado para que los señores de la mudanza no tuvieran más que bajarlo al camión a la mañana siguiente. Llegaban a las 13:00, con lo que aún me dió tiempo por la mañana a arreglar alguna cosilla de última hora. Dormí en el sofá del salón y no pude pegar ojo en toda la noche, no sé si por los dolores de espalda que ya me estaban acosando durante las últimas semanas, por lo duro del colchón sobre el mismo suelo o por los nervios. Además, ya habíamos desmontado los estores, con lo que la luz que me incidía en plena jeta allá por las 8:00 me puso en pie.

Poco después del mediodía llegaron Silvia y Eni a echar una manita con la mudanza. Ellos hicieron un par de viajes al piso nuevo con cosas delicadas como la tele, plantas, etc. Sobre la 13:00 llegaron los dos señores fortachones (aunque no tenían mucho musculito) de la mudanza con su camión rosa de 5 tolenadas y se pusieron a bajar cosas a buen ritmo. Cuando hubiron cargado todo se fueron al otro piso, donde Eni y Silvia ya estaban descargando las cosas que habían llevado en su casa. Dado que el piso nuevo es un bajo, decidieron que era mucho más sencillo meter las cosas por la ventana ... en fin. A todo esto, Rai y Montse llegaron a casa con un cubo de pintura, unos rodillos y demás aparejos de pintura y se pusieron a tapar agujeros con yeso para poder pintar al día siguiente

Después de que se fueran, Eni montó las lámparas lo primero para tener luz y a continuación nos pusimos a montar los armarios, y la cama, cuyas miles de piezas era lo que más nerviosa me ponía del panorama que había quedado en el piso (además de que pasaba de dormir otra noche en el sofá)
Y después de las lámparas llegó el turno de los armarios (si, lo confieso, tengo DOS armarios roperos en mi dormitorio, qué pasa?) En aquel momento apareció Magda, que no se queria ir con la mala conciencia de no haber hecho nada, y aquí queda latente la prueba de que colaboró, jajaja









Al final los armarios y la cama quedaron mucho mejor montados de lo que lo estaban en el otro piso y después de un "piscolabis" los ninyos se retiraron a sus aposentos y yo me quedé en mi nueva casita, dispuesta a disfrutar de lo que sería la primera noche bajo mi propio techo. Después de llamar a mis padres para corroborar que no había perecido en la batalla, y después de mover un par de cosas porque no me podía ir a la cama dejando aquello en semejante estado, al final comprobé que la antena de la tele no funciona (de hecho, una semana después sigue sin funcionar) y me quedé dormidiiiiisima de la muerte en el sofa... hasta que reuní las fuerzas suficientes como para irme a la cama. En mi primera noche en el Palacio de Pin y Pon.

Como dirían los de Gomaespuma: Enhorabuena a los premiados



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